El Museo del Alcantarillado de París (Musée des Égouts) está ubicado en un lugar muy especial, dentro de los túneles del alcantarillado parisino.

Descendiendo hasta el interior de los oscuros pasadizos es posible conocer desde la evolución del sistema de alcantarillado hasta los sistemas que se utilizan actualmente.

Un poco de historia

Durante el periodo anterior a la Edad Media la ciudad de París utilizaba el agua que tomaba directamente del río Sena. Una vez utilizada, el agua se arrojaba por las calles o en los campos, de forma que volvía al río para ser utilizada de nuevo.

Hacia el año 1200 comienzan los primeros planes de pavimentación y construcción de desagües en la ciudad, y en 1370 se construye la primera alcantarilla cubierta, que desembocaba en un riachuelo.

Con Napoleón I llegó la primera red de alcantarillas cubiertas, que ocupaba una extensión de 30 kilómetros. En 1878 se construyó una doble red de distribución de agua y una red de alcantarillado con una extensión de más de 600 kilómetros.

Pronto se llegó a la conclusión de que es necesario arrojar el agua sucia lejos de la ciudad, por lo que se instalan alcantarillas en todas las calles, además de centros de bombeo y otros requisitos esenciales para convertir el rudimentario sistema de alcantarillado del pasado en el que es hoy en día.

La visita

Durante el recorrido por la red de alcantarillado es posible informarse sobre la historia de las alcantarillas, además de comprender cuál es su funcionamiento mientras se recorren los oscuros y húmedos pasillos.

Entre las explicaciones se incluyen temas tan interesantes como la inundación que destrozó París en 1910 debido al mal funcionamiento del alcantarillado, o cómo en la novela de “Los Miserables” de Víctor Hugo se describen a la perfección los oscuros pasadizos del inframundo que se oculta bajo la ciudad.

Tan apestoso como curioso

El Museo del Alcantarillado resulta un lugar curioso, ya que es poco común recorrer una ciudad contemplando los misterios que se ocultan en su subsuelo. Se trata de un lugar bastante húmedo y maloliente, pero para muchos es un lugar digno de ser visitado, ya que no todos los días se tiene semejante oportunidad.

Antes de salir no os perdáis los curiosos regalos que venden en la tienda del museo: un claro ejemplo, ratas de peluche.

La información en el interior del museo se encuentra en inglés y en francés, pero a la entrada entregan un folleto en español.